Máquina de mirar
Estoy en el bar “Los Dos Galgos”, tratando de escribir un relato que tengo que presentar en el Taller. Como siempre, me distraigo observando a los concurrentes pero esa es mi principal herramienta: ver. Lo que me gusta de este bar es que no hay un televisor encendido y el volúmen de la música es sutil. Anteojos negros de Carey, auriculares en la sien; no me escucha, no me ve, y yo puedo observar tranquilo Suena “Cinema Verite” y la voz de Charly me mece. Hasta ahora nada interesante pero veo por la vidriera estacionar una moto de gran cilindrada y muy japonesa. Espero con ansiedad a que se saquen los cascos negros. ¡Vamos! Denme la excusa para comenzar a escribir algo La playa como un ajedrez, el tipo del Mercedes Benz, que está tirado ahí nomás, tiene solo una cosa en mente: solo una chica tonta más bajo el sol, como una propaganda de bronceador. Señor de unos 50 años con una jovencita veinteañera. Padre e hija. No, no me sirven. Ahí entran pero...