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Mostrando entradas de febrero, 2010

Paren el subte. Yo me quiero subir

Hoy mantuve una pelea desigual aunque al principio lo tomé como una lucha de titanes para terminar luego sintiéndome Pulgarcita frente a King Kong. Algunos ya conocerán que la Subtecard es una tarjeta a la cual se le carga un monto determinado de dinero y luego es usada en los molinetes para acceder a los viajes en subte. Cuando se agota la carga, esta se renueva automáticamente a través de la tarjeta de crédito. Hace un tiempo que gracias a este adminículo, desaparecieron para mi las colas en las boleterías, especialmente en las horas pico.  En unos días mi hija comenzará lentamente a volar sola por la ciudad y para ello necesitará su propia subtecard. Esta mañana pasé por la boletería de la estación Palermo preguntando donde la podía conseguirl y atentamente me explicaron que ellos no lo hacían pero que pasara por alguna oficina. Agradecí y bajé para realizar el viaje preguntándome donde se encontrarían las oficinas de Metrovías. Inocentemente dejé pasar una estación más a la que yo

Sorpresas al mediodía

El calor en Buenos Aires, no hace falta decirlo, es insoportable. Más teniendo en cuenta si el mediodía lo encuentra desprevenidamente en Florida y Corrientes. Si uno está de paseo, todo se hace más soportable pero si en realidad lo que va a hacer es simplemente almorzar en su única hora de descanso, la cosa se pone un tanto más densa.  Imaginemos que usted baja los cinco pisos que lo separan entre la paz y el aire acondicionado de su oficina del  el asfalto y los treintra y tres grados centígrados de la urbe. Ni bien sale de la recepción del edificio se encuentra que casi no puede pasar por la vereda. ¿Por qué?. Parece ser que en la peatonal hay espectáculo gratis y todos sabemos cómo somos los argentinos, cantidades de potenciales espectadores se van deteniendo a ver que pasa, entre ellos usted. Un buen señor se ha tomado el trabajo de escribir cartelones insultantes hacia ... su hermano Jacobo. Su propio hermano lo ha estafado y el ve cómo única salida la de publicitar gratuitamente

Susurros en una noche de verano

Siempre se dijo que los viajes y los reencuentros alteran la rutina de cualquiera, incluyéndome a mí. Sabía que la luz estaba molestando a mi compañero de ruta, a quien también un viaje lo tenía mal, fue entonces que decidí levantarme a tomar un té y a continuar con mis crucigramas  en el comedor.   Mientras desplegaba estas dos actividades, más la de mirar televisión sentía conversar muy animadamente a las vecinas del conventillo lindante. Estaban haciendo uso de la estupenda noche con que eran obsequiadas.  En un instante, algo me sacó de mi abstracción, también acalló a mis vecinas. Era algo indefinido entre gritos de mujer, ladridos y voces varoniles y violentas. Enmudecí mi infatigable televisor y me acerqué al ventiluz de la cocina. De pronto mi memoria se sacudió, lo que estaba oyendo alguien ya me lo había contado. Los gritos de mujer tenían un timbre diferente, los ladridos claramente pertenecían a un perro y el tono violento sí pertenecía a un hombre, más exactamente un

El Dragoncito

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Para Pili - 2001     Yo soy un dragón. Un dragón chiquitito y no me gusta mucho ser lo que soy. ¿Qué es eso de andar echando fuego por la boca y asustando a la gente? En la antigüedad todos los dragones se reían de mí, por verme tan pequeño y porque no me gustaban los tesoros. Ellos se aprovechaban de su enorme tamaño, de sus escalofriantes gritos y del poder para  lanzar fuego por sus bocotas para apoderarse de cuanto tesoro pudieran, sin importarles nada. En cambio, yo siempre amé vagar por los bosques y aspirar ese perfume único. Sobrevolar las colinas y sentirme libre, espiar a los niños y a reírme con ellos, aunque nunca me vieran, se habrían asustado mucho…. O no, quizás también se hubieran burlado de mí. Los otros dragones fueron desapareciendo pero yo no los extrañé. Mientras tanto yo estaba molesto con solo una cosa: mi fuego. Cada vez que abría la boca para gritar, se incendiaba un bosque y eso me entristecía mucho. Y así anduve por el mundo y por los tiempos, pasean

El Robatiempo

Este sujeto es una persona común, sólo que siempre está al acecho de que otros congéneres estén ocupados, entonces salta sobre ellos y les interrumpe la tarea. Claro, él se acerca con un propósito determinado, pero con el paso de los minutos este se desvirtúa. Las víctimas suelen olvidar el motivo de la visita. Uno siente que estos seres se adhieren como unas sanguijuelas que nos quitan el tiempo, nuestro precioso tiempo. Nos impiden cualquier acción sin ninguna causa útil. Considera necesario hacer  preguntas y en la mitad de las respectivas respuestas pierde absoluto interés en el tema. Hay otra clase de robatiempos. Son los que cuentan historias y hechos poco importantes, con la única intención  demostrarnos su sapiencia, de cómo se deben hacer las cosas. Cuando su contrincante intenta vislumbrar una idea, lo hacen callar insinuándole que eso ya lo sabían. También suelen relatar peripecias de sus niños o sus perros de manera grandilocuente y detallada como si ellos tuvieran ni

Bahía Blanca - Buenos Aires / Buenos Aires - Bahía Blanca

Hace 15 años que mi corazón se rindió absolutamente a los pies de la Reina del Plata pero aún me sigo adaptando a los cambios desde mi Bahía natal. Empezando por el uso de los términos y sus diferentes aplicaciones.  El Portero de edificio por decreto gremial aquí es el de ENCARGADO. La lejía no existe, solo es Lavandina.  ¿Las bolas de fraile? Olvídenlo, aquí son unas recatadas berlinesas y las carasucias tal como las pedíamos en la panadería El Crisol acá ascendieron a la categoría de Tortitas negras.  Cintex o celoplint?...... mmmh, noooo!, es cinta scotch. Los colectivos dejaron de ser para mi LA 514 o LA 512, es más hasta suena muy mal decir "Má siii, yo me tomo LA 60". Tampoco son micros, ya que esos solo son los de larga distancia.  El patio es una parte embaldosada, la parte con tierra es jardín o parque. O sea que mi mamá en el Ba. Noroeste bahiense posee patio y parque a juzgar por la clasificación porteña. Acarrear a un montón de pibes del colegio a la casa o vi

Casitas Musicales

¿Alguna vez probaste de llevarte un ladrillo usado al oído? Yo lo hice. Al principio, no pasa nada pero después de unos breves minutos se oye algo parecido a una radio. Hay  que saber donde pararse porque se debe orientar el ladrillo, de manera que la frecuencia sea bien tomada. Una vez que esto se logra, se pueden identificar los estilos musicales, la mayoría de las veces se oyen chacareras, chamamés o cumbias, incluso mechados con algunos grititos de sapucai. Esto me lo enseñó Asencio, veterano albañil que tiene una relación casi mágica con los ladrillos. Cuenta que, a fuerza de construir paredes acompañado de la radio, ocurre esta absorción sonora. Hay albañiles que no usan radios, trabajan en un obsesivo silencio pero, según Asencio, esas paredes se tornan tristes y forman después casas lúgubres, sin ritmo, sin música... La mano de obra de Asencio es un poco más cara pero… ¿qué no pagaría uno por vivir en una casita musical? Andrea - 1994  

Origen del Blog

Una vez me prometí un futuro de bohemia. Para ello viviría en un árbol y me alimentaría de lo que me proveyera la naturaleza, mientras me dedicaría a observar y a escribir. Parte de ello no pudo ser, parte sí. Desde mi árbol virtual voy a mirar y a mostrar. Finalmente, seré bohemia